Hoy he terminado el tercer tomo de Vertigo que concluye con la recopilación del trabajo del escocés Grant Morrison a los guiones del renacimiento (durante los primeros números de la serie, del 1 al 26) en 1988, de la colección Animal Man protagonizada, claro está, por Bernhard "Buddy" Baker, alias Animal Man.
En un principio, el autor pensó acerca de los primeros cuatro números pero, después, le dijeron que siguiera adelante, que podía hacer lo que quisiera y vaya si lo hizo. Desde el número 5, The Coyote Gospel ("EL Evangelio del Coyote"), comienza a introducir elementos metalinguísticos y metafísicos, a hacerse aún más fuerte en su defensa de la lucha contra el maltrato animal y el vegetarianismo (no, no es un huevo colgando y el otro lo mismo, que alguno por ahí lo está diciendo ahora... pero es cierto que la palabra suena mal, por real que sea) y a ser un contenedor para todo tipo de historias. Pero no sólo éso, sino que introduce detalles y pistas que van conduciendo, como es habitual en sus historias, hacia un punto culminante, en este caso, un cómic, el número 26, basado únicamente en el diálogo entre Animal Man y el propio Morrison. A lo largo de todos los números, tenemos, como he dicho, muchos temas morales, de defensa de derechos de los animales, pero también surrealistas, metafísicos y, todo tipo de elementos y reflexiones que vale la pena leer, incluidas las que se hacen sobre el propio mundo del cómic. Además, todo sea dicho, toda la etapa tiene un componente muy importante en en la familia del protagonista y su día a día, muy al contrario que en otros cómics de la época.
Lo peor de bastante lejos de esta etapa es el dibujo. Grant nunca ha tenido mucha suerte con los dibujantes cuando se ha embarcado en largas etapas y aquí no es para menos, porque el trabajo de Chas Truog es bastante mediocre aunque, haciendo honor a la verdad, carece de problemas narrativos y complicaciones que podrían añadir dificultad a la hora de leer un cómic ya de por sí poco habitual. Un par de números de relleno de Tom Grummett, a quien considero un dibujante clásico y muy superior a los habituales de la serie, así como las imaginativas portadas de Brian Bolland, es lo mejor que uno consigue a nivel gráfico en la colección.
En definitiva, es una serie que recomiendo. Plagada de conceptos interesantes y una narrativa atípica que culmina, como bien comenta el autor con el personaje, en un número algo anticlimático, pero tan consciente de ello y tan mágico que lo primero se evapora. En España se ha editado, por supuesto, creo que por Plantea por completo y por lo menos los primeros arcos por Norma aunque, sinceramente, las ediciones de Vertigo son más baratas y, sin florituras, perfectas para disfrutar de la lectura de un cómic que, junto con Doom Patrol, abrió las puertas de par en par a Morrison para seguir infectando el cómic mainstream norteamericano (dentro de la, juzgando desde la distancia, tremendamente productiva British Invasion), cosa que agradezco sobremanera.
En un principio, el autor pensó acerca de los primeros cuatro números pero, después, le dijeron que siguiera adelante, que podía hacer lo que quisiera y vaya si lo hizo. Desde el número 5, The Coyote Gospel ("EL Evangelio del Coyote"), comienza a introducir elementos metalinguísticos y metafísicos, a hacerse aún más fuerte en su defensa de la lucha contra el maltrato animal y el vegetarianismo (no, no es un huevo colgando y el otro lo mismo, que alguno por ahí lo está diciendo ahora... pero es cierto que la palabra suena mal, por real que sea) y a ser un contenedor para todo tipo de historias. Pero no sólo éso, sino que introduce detalles y pistas que van conduciendo, como es habitual en sus historias, hacia un punto culminante, en este caso, un cómic, el número 26, basado únicamente en el diálogo entre Animal Man y el propio Morrison. A lo largo de todos los números, tenemos, como he dicho, muchos temas morales, de defensa de derechos de los animales, pero también surrealistas, metafísicos y, todo tipo de elementos y reflexiones que vale la pena leer, incluidas las que se hacen sobre el propio mundo del cómic. Además, todo sea dicho, toda la etapa tiene un componente muy importante en en la familia del protagonista y su día a día, muy al contrario que en otros cómics de la época.
Lo peor de bastante lejos de esta etapa es el dibujo. Grant nunca ha tenido mucha suerte con los dibujantes cuando se ha embarcado en largas etapas y aquí no es para menos, porque el trabajo de Chas Truog es bastante mediocre aunque, haciendo honor a la verdad, carece de problemas narrativos y complicaciones que podrían añadir dificultad a la hora de leer un cómic ya de por sí poco habitual. Un par de números de relleno de Tom Grummett, a quien considero un dibujante clásico y muy superior a los habituales de la serie, así como las imaginativas portadas de Brian Bolland, es lo mejor que uno consigue a nivel gráfico en la colección.
En definitiva, es una serie que recomiendo. Plagada de conceptos interesantes y una narrativa atípica que culmina, como bien comenta el autor con el personaje, en un número algo anticlimático, pero tan consciente de ello y tan mágico que lo primero se evapora. En España se ha editado, por supuesto, creo que por Plantea por completo y por lo menos los primeros arcos por Norma aunque, sinceramente, las ediciones de Vertigo son más baratas y, sin florituras, perfectas para disfrutar de la lectura de un cómic que, junto con Doom Patrol, abrió las puertas de par en par a Morrison para seguir infectando el cómic mainstream norteamericano (dentro de la, juzgando desde la distancia, tremendamente productiva British Invasion), cosa que agradezco sobremanera.
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