lunes, 6 de diciembre de 2010

Uncanny X-Men, de Chuck Austen

[Me he encontrado en un archivo algunas reseñas y artículos que escribí en el blog de cómic, ahora desaparecido, Volatilis. Ya que es fiesta y me ha parecido curioso, recupero uno de ellos. No sé si lo haré alguna otra vez, pero puede, porque me hace gracia leer opiniones con unos años.]

Las garras de Austen dejan heridas profundas

Antes de nada: sí, a pesar de todo, hablo con conocimiento de causa, puesto que les tengo todos en mis estanterías, TODOS (son sobre 30 números entre las dos colecciones, en edición española, muchos de ellos dobles). Lo digo porque, después de lo que voy a decir, lo más sencillo es que aparezcan comentarios como ¿y porqué te los has comprado mes a mes si son tan malos? Lamentablemente es de esa clase de preguntas que se responden con demasiada dificultad o son imposibles de responder.

Después de esto, creo que puedo ir ya al grano. En este pequeño artículo quiero hablar someramente sobre el trabajo del inefable Chuck Austen en las colecciones mutantes. Sí, ahora que, como bien sabéis, entramos en España en la etapa en que ya se le ha apartado de la editorial (no sin cierto retraso, me permito decir) y llega Milligan a sustituirlo. Por cierto, aunque cueste de creer, continúa trabajando en el mundo del cómic, concretamente en la editorial rival, DC (eso sí, no sin antes dejar su huella en Los Vengadores con unas sonrojantes aventuras). Sin comentarios.

El caso es que, Austen aparece en la colección de la Patrulla-X tras la etapa de Joe Casey (¿cuánto se le llegaría a echar de menos a pesar de sus detractores? No se puede calcular), una etapa que, todo hay que decirlo, tampoco estaba siendo especialmente brillante, aunque había introducido algunos conceptos interesantes y estaba empezando a resultar bastante más que aceptable con un guionista que empezaba a cogerles el truco a los personajes. Es cierto que, en sus inicios, todo empezó bastante zozobrante, con un número inicial de mera provocación (para enseñarnos a Jean Grey y a Logan besándose) y una primera saga, Poptopía, algo floja, pero, al final, empezaba a tener empaque, tras pasar por varias historias entre las que destaca la aventura de los mutantes en Europa, que no dejó indiferente a nadie y produjo todo tipo de opiniones encontradas.

Así, con la salida de Casey de la colección, Austen irrumpe con Esperanza, una historia de tres partes que nos presenta a Sammy (un nuevo recluta de poderes algo inútiles pero hasta con potencial), a Annie, la enfermera (y su hijo mutante) y recupera al Juggernaut y a Kaos. Estos personajes serían una constante en su etapa hasta tal punto que, en sus últimos números a cargo de una colección mutante, termina sus argumentos con la traición del villano (al que se ve reformarse durante toda la etapa, sólo para descubrir que fingía para infiltrarse en la mansión, aunque acaba recuperando la cordura… ¿o sería al revés?) y la muerte de Sammy, quien se había hecho amigo del mastodonte de Citorakk. De todas formas, quizás sea esta historia la única medianamente legible de toda la etapa ya que, aún, no muestra todas las barbaridades que se le habían de ocurrir más tarde al guionista. Sí, tal vez por falta de tiempo, pero eso fue lo único que necesitó para hundir totalmente a los personajes en el lodo. Así, además de lo comentado, trae a primer plano a un Alex Summers en estado catatónico que acaba despertando y volviendo al “servicio activo”. Es posible que, si hubiera usado bien a Kaos, se hubiera podido sacar algo en claro, pero en vez de eso se dedica a destrozarlo con correrías amorosas sin sentido. Y es que sí, ese es uno de sus temas favoritos, el intentar emparejar a todos los personajes del grupo entre sí, formar tetraedros amorosos, los celos injustificados, las reacciones irracionales, los problemas de los homosexuales, la obsesión enfermiza de todos sus personajes femeninos con ser madres o con tirarse a cada tío-X que pasa por delante… En los correos y artículos los empleados de Planeta y Panini se empeñaron a fondo en convencernos de que este “tono culebronesco” (lo dicen ellos, no yo) es uno de los puntos fuertes de la etapa de Austen y que los aficionados se lo agradecen. Me muero de risa. Pero no sólo eso sino que, además, dicen que recupera el tono de los culebrones del Claremont más añejo, los líos amorosos de los viejos tiempos… Ahora sí que me muero, pero de pena. Y es que las comparaciones son odiosas.

Si bien es cierto que es posible que, siendo este el peor de los defectos de Austen escribiendo, la etapa hubiera sido digerible (lo cual está por ver), “los aciertos” del escritor (no sé si llamarlo así, pero es por no repetir lo de “guionista”) han ido más allá en cada episodio sucesivo de su sacrilegio, mostrándonos no sólo su peor cara, sino la peor cara de los editores de las series mutantes, que permitieron algunos de sus argumentos: la aparición de poderes donde no existen con la excusa de las mutaciones secundarias (una excusa que podría haber valido pero, ni está razonada ni afecta de manera coherente), de rasgos en el carácter de los personajes y comportamientos nunca vistos (vamos que sus personajes evolucionan tan rápido que ni se enteran ellos mismos), de orígenes nuevos para personajes con orígenes ya asumidos (la saga de Los Draco es terrible pero creo que, ni siquiera, la peor), de destrucción del trabajo e historia anteriores (desde lo más antiguo hasta lo más cercano, como el trabajo de Morrison, sobre todo en lo referente a Xorn), de personajes nuevos sin coherencia ni sentido… En definitiva, leer un cómic de Chuck resulta una sorpresa continua, un salto sin paracaídas constante aunque sin la emoción de lo primero, sólo con el miedo de lo segundo. Un miedo que manifestábamos cada mes con un leve suspiro precedido de un ¿y qué se le va a ocurrir ahora? E, incluso, para cerrar su trabajo nos deja una especie de continuará, de esos en que todos gritan: ¡No, por favor! (tranquilos que no… ¿verdad?).

No voy a entrar en la poca suerte que ha tenido en el apartado gráfico porque eso no justifica sus errores, sólo los agrava, por desgracia (a parte del correcto Garney y nuestro Larroca, no hay más que leer nombres como los de Tan o Asamiya para apartarse de un cómic… y si sólo con leer el nombre de Austen basta, imaginaros así).

Como se puede ver, no voy a echar de menos al bueno de Chuck Austen. Lo de bueno lo digo porque, después de mostrar de lo que es capaz a todos, consigue salir a flote y volver a encontrar trabajo una y otra vez (lo último que he sabido de él era que guionizaba Action Comics… si aprendiéramos de los errores de los demás, nos iría mucho mejor). Y es que, este dibujante de ordenador en mano que se atreve a profanar la palabra escrita, debe ser el tipo más amable del mundo. Me gustaría conocerle…

4 comentarios:

  1. Me encantan esos guionistas que cogen a los personajes que les da la gana y hacen lo que ellos les da la gana, algo así como la serie de tv Heroes (guiño, guiño).

    Pero que pocos guionistas buenos ha tenido la franquicia :S Y van los mejores y se dedican a escribir la serie de animación de Los Vengadores... (los de New X-men y X-Force). Mal, vamos mal.

    Peter David no nos abandones nunca!! pongo una vela todas las semanas por ti.

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  2. Es una franquicia complicada, sin duda, pero yo echo de menos alguien competente. David hace un gran trabajo en su colección y creo que Morrison lo hizo con sus New X-Men: la prueba de que puedes dejar a un autor hacer más o menos lo que quiera... pero si es bueno, no como Austen :P

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  3. Bfff, lo peor para mi fue lo que vino después con Milligan.

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  4. De eso no hice un artículo, pero merece la pena hablar de ello porque era malo hasta decir basta. Después de lo genial que fue su etapa de X-Force/X-Statix, no sólo me decepcionó, es que me dolía la cabeza de lo confuso y perdido que estuvo en su colección. Por lo menos con Austen no me perdía, pero era terrible.

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